Phineas William Walsh es un aficionado del mundo animal y además, siempre tiene la razón en todo. Con tan solo 9 años contempla grandes conocimientos acerca de los animales. Phin piensa que todo en el mundo está conectado por eso, compara la lógica de la naturaleza con la humana. El protagonista observa y refleja en esta obra cómo los animales no son tan distintos a las personas, incluso menciona que son mejores. Las ciudades abarrotadas, el tráfico de los coches, los edificios y las relaciones familiares son algunas de las cosas que nos identifican con otras especies.
Aunque hay algunos hechos que Phin no consigue interpretar en cuanto al razonamiento animal, como es la separación de sus padres. Pero tampoco entiende por qué las mujeres se ven más guapas estando más delgadas porque en el reino animal cuanto más gordo, más impones y más poder tienes.
La obsesión de Phin es tal, que no duerme ni come porque piensa que tiene que ayudar o salvar a aquellos que están en la “lista roja” (como él la llama). Todo en la naturaleza tiene un porqué, y el error de este personaje es pensar que en el mundo de los humanos también es así.
Algunos científicos se pasan toda la vida estudiando los delfines, e intentan describir si son tan inteligentes como los humanos. Éstos han averiguado que pueden hablar entre ellos y que incluso algunos se dedican a cotillear. Pero también se ha conocido que los delfines tienen reuniones en las que se concentran en círculo y se turnan para hablar.
Siempre se ha escuchado decir que la naturaleza es más sabia que el mundo de los humanos. ¿Y si eso fuera cierto? La naturaleza contiene y define para cada especie la sabiduría necesaria para triunfar. Cuando nos referimos a esto, estamos implicando que hay algún tipo de inteligencia y un proyecto detrás de lo que existe en el mundo natural. Y sin embargo, hay otras posibilidades, como nos mostraron Charles Darwin, entre otros, con la selección natural. Somos los humanos quienes hacemos difíciles las cosas.
Carla Gunn, a partir de su primera novela, Mi familia y otras especies en extinción, nos enseña un punto de vista de ver las cosas en el que los humanos no reparamos y nos complicamos la mayoría de las veces. Hay ocasiones, en que la mentalidad tan vana y simple de un niño es más madura e inteligente que la de un adulto, puesto que su visión inocente y espontánea puede aportar mejores soluciones.