El león jardinero es una fábula sobre la amistad en la que Punset ha traducido al lenguaje infantil os temores de los niños, unos temores que son muy parecidos a los que pueda tener un adulto: la muerte, la vida, el rechazo, perder amigos… La autora afirma que “tendemos a sobreproteger a nuestros hijos, pero no les enseñamos lo fundamental de cómo funcionan por dentro”. Poner nombre a las emociones es el primer paso para gestionarlas y, después deben aprender a ponerse en la piel del otro. Los niños se van a topar día a día con multitud de emociones negativas, y no se les enseña a afrontarlas adecuadamente.
Para ello, Punset considera que la forma más fácil y sencilla de ilustrar la vida a un niño es a través de una buena fábula. “Les decimos a los niños que sólo lo extraordinario vale la pena, pero en este tipo de fábulas lo extraordinario está en la vida misma”, sostiene la autora. Pues bien, en esta fantástica fábula se habla de las pasiones, los miedos y las relaciones personales, algo que debe aprenderse desde la infancia, ya que el mucho más fácil hacer frente a la vida adulta si se controla todo ese torrente de emociones desde pequeños.
No es la primera vez que Punset habla del manejo de las emociones, ya que no hace mucho publicó Una mochila para el Universo, en la que desvelaba la importancia de conocer y gobernar los sentimientos en el caso de los adultos. Pero sí es la primera vez que dedica el tema al panorama infantil. Para un adulto, un león tendería a comerse al pajarillo, pero a un niño poco le importa que un animal tan pequeño sea pura fortaleza frente al feroz león. En este caso, el león es un jardinero enamorado, y el pajarito es su mejor amigo. Y es que eso es lo que tiene esta fábula: una moraleja en la que el adulto no debe olvidar que la vida a veces te procura compañeros de viaje de lo más extraños.