"Siempre que piso el aeropuerto me siento famosa. Es una chorrada, lo sé, pero me siento así. Creo que esta tontería me viene de nuestra infancia juntas, de cuando ella y yo fantaseábamos con nuestro futuro, cuando nos imaginábamos cómo y, sobre todo, quiénes seríamos de mayores".
¿Quién no tiene ese amigo de la infancia con el se pasaban todas las horas posibles? Raquel Martos, periodista, guionista y colaboradora de El Hormiguero, recuerda esta etapa de inocencia y sueños en su libro, Los besos no se gastan.
En la España setentera, Lucía y Eva, dos niñas con ganas de pasarlo bien, buscan aventuras. Lucía, morena y dicharachera, llega nueva a un colegio, pero no tarda en unirse a Eva, su antónimo, rubia y tímida. La niñez, la adolescencia y la juventud terminan convirtiéndolas en "hermanas". Todo cambia en tras un viaje que, tras finalizarlo, nada es igual.
Ahora Eva y Lucía tienen 40 años. Eva es una actriz que se da un descanso para cuidar a su hija, Lola, mientras su matrimonio se muere lentamente. Lucía, por el contrario, es una mujer que dedica su vida al trabajo, sus noviazgos se rompen por su obsesión con este tema. Gracias a un viaje de trabajo ambas vuelven a recuperar esa amistad que parecía perdida.
Martos narra esta historia a través de historias en donde las narradoras son ellas como niñas y como adultas. Tras tantos años nada es igual, la amistad es un concepto diferente y las dificultades no son solo que no se cumplan los sueños. Una novela que engancha y con la que aparece esa sonrisa inocente. En donde los recuerdos revolotean como pájaros y en donde los sueños vuelven a tener vida en la cabeza.
Los besos no se gastan es la primera novela de Raquel Martos que ya ha participado en No somos nadie, No somos nadie 2 y, junto a Laura Llopis, La chica que se querían quemar a lo bonzo. Resumiendo, que los besos no se gastan, tampoco en el libro.