Tres fueron los tantos que el desafortunado equipo marsellés se llevó para casa. Tres fueron las finales europeas que tuvo que vivir Oblak para levantar por fin un título. Tres fueron los años de sequía tras aquella Supercopa de España frente al Real Madrid. Tres fueron los hombres que, un 23 de diciembre de 2011, llegaron al banquillo de un equipo colchonero falto de títulos en sus vitrinas. Tres son las Copas de la UEFA que ahora lucen en su base ese nombre. El del Club Atlético de Madrid.
Y es que el partido se avecinó intenso de cara a los dos equipos. Un club galo que más que juego, terror había sembrado en las inmediaciones de los estadios a donde iba a jugar. No es culpa de los jugadores. Ni siquiera de los aficionados pues, a esos “bárbaros”, no se les puede llamar así. Un club galo que gracias a la polémica pudo viajar a Lyon, bien lo saben los aficionados del Leipzig si era córner o no. Un club galo que de primeras iba a notar la ausencia de su capitán, de Payet; aunque muy bien se debió de ver, pues en el once titular aparecía. Por su parte, el Atlético de Madrid solo podía soñar. Soñar con levantar una nueva UEFA. Soñar con acabar ese trienio de años sin títulos. Soñar con un país entero detrás de él. Y soñar con un nuevo lleno en la Fuente de Neptuno después de tanto. El balón echaba a rodar, y comenzaba el choque.
Bien en pleno sueño debieron de salir los del Cholo –ahora los del Mono Burgos-´pues, la primera fue de los galos. La falta de puntería de Germain hizo despertar al club rojiblanco de su letargo y ponerse, esta vez sí, manos a la obra. Lo primero, en defensa: Godín y Giménez se encargaron de ello. Lo siguiente, el cuero: Saúl, Koke y Gabi comenzaron a plantar la bola en el piso y a manejarla a su antojo. Así se juega más cómodo que al pelotazo o cabezazo. Con el esférico aún en posesión francesa, Griezmann escribió las primeras líneas de esta bonita historia.
Un despiste. Un mal control de Anguissa plantó sólo al atacante galo frente a su compatriota Mandanda. Pero el meta marsellés no es Oblak. Y antes de que siquiera El Principito inclinara el cuerpo para definir, el portero francés ya se había vencido a un lado. Lamentablemente, para él, no fue el lado correcto. 0-1 cuando peor pintaba la cosa para los madrileños y la historia comenzaba a dibujarse de roja y blanca.
Desde ese momento, Oblak desapareció a ojos del espectador. Mucho más cómodos, los hombres del Cholo deleitaban a su público como si de una exhibición se tratara. La historia ya tenía un final. Y al partido, aún le quedaba una segunda enmienda. Tiempo suficiente para que el hombre que esculpe los nombres en la Copa fuera guardando la plantilla del equipo galo.
Aún la gente despistada se estaba acomodando en sus butacas después del parón del descanso, cuando, quien si no que Griezmann, agrandó la historia colchonera. Esta vez Koke, su buen amigo Koke, le sirvió un balón en bandeja para plantarse, nuevamente, solo ante su querido compatriota Mandanda. Y es una de las características de Le Petit: no arrugarse de cara a puerta. Con el portero, nuevamente vencido, el punta galo solo tuvo que picarla ante su salida. Una bonita vaselina amplió a dos la ventaja en el electrónico. Los colores rojiblancos van con su forma de ser.
Entró Mitroglou por Germain. Un intento de ver puerta. Y la vio. Un cabezazo del internacional galo, ajustado al palo, casi reduce la ventaja. Pero Oblak, eterno Oblak, bien se acordó de su debut bajo los palos colchoneros aquella desgraciada noche en Atenas. Bien se acordó de esos dos goles por debajo de sus piernas, obra del mismo hombre que ahora estaba rematando a su puerta. Y, con una estirada, desvió ese balón al palo cuando se gritaba gol en el fondo marsellés. Esta vez no, Mitroglou.
Para escribir un buen final. Il Capitano cerró la goleada. Griezmann hizo de Gabi, y Gabi las veces de Antoine. Un disparo cruzado sólo tuvo un destino: las redes de Mandanda. El Atlético de Madrid. Eterno Torres y eterno Gabi, alzaron la Copa al cielo de Lyon. Un sentimiento cobraba vida. Un nuevo título europeo cobró vida. Más de uno al otro lado del Manzanares tachaba de fracaso conseguir esa UEFA. Que ponga la mirada atrás en esas dos que también se celebraron y juzgue. Hoy es la UEFA, el año que viene será una más orejona. La historia del club del Manzanares. La historia de un sentimiento.
Vibra el teléfono. "¡Hola! Tenemos nuevos términos de protección de datos. Para seguir, acepta". En las últimas semanas, diferentes aplicaciones móviles se han llenado de notificaciones, alertas y mensajes para informar a los usuarios sobre las nuevas políticas de privacidad... (sigue)