Actores: Glória Pires, Miranda Otto, Tracy Middendorf, Marcello Airoldi, Lola Kirke
Género: Drama
Duración: 118 minutos
País: Brasil
Año: XXII
Los verdaderos viajes no se pueden planificar. A veces se pretende viajar durante unas fechas concretas pero, a medida que pasan los días y ese periplo aborda el alma de emoción y nuevos sentimientos, el final no llega el día que se había marcado, sino el día en el que la aventura ha acabado y se regresa a casa para contar los recuerdos que han quedado de esa experiencia. Un viaje no es para ver, sino para vivirlo.
El viaje de Elizabeth Bishop, poeta estadounidense y ganadora del Premio Pulitzer, estaba planificado para unas dos semanas. Se trasladó a Brasil para buscar inspiración, gracias a una beca que recibió de Estados Unidos. Pero, lo que iba a ser un breve periodo de estancia, acabó siendo un viaje de quince años.
Las tierras cariocas y las lenguas latinoamericanas embaucaron a la poeta. No obstante, puede que lo que la hizo permanecer en Brasil más tiempo fuese Lota Macedo Soares, una arquitecta del país sudamericano que por aquel entonces estaba inmersa en el proyecto de construcción del Parque do Flamengo.
Ambas mantuvieron una relación amorosa muy intensa, siendo la pareja más importante de la vida de Elizabeth Bishop. Un amor y una pasión que el director brasileño Bruno Barreto ha querido llevar a la gran pantalla. Sin embargo, aclara que no ha pretendido destacar la relación lésbica que se percibe en la trama, sino presentar un episodio de la vida de la poeta que él consideró digno de contar al mundo. A pesar de sus intenciones, la película, que en términos generales es un drama, no deja de clasificarse como película del género homosexual, lo que le ha llevado a festivales de este tipo de cine, además de ser galardonada con varios premios.
La idea de contar esta historia surge de la novela Flores raras y banalísimas de Carmen L. Oliveira, un libro biográfico que narra el comienzo y el final de esta relación formada por dos mujeres totalmente opuestas. Después, Bruno Barreto escuchó a su ex mujer, Amy Irving, recitar un monólogo dedicado a Elizabeth Bishop. Desde aquel momento supo que su trabajo de ahí en adelante iba a ser una película sobre la poeta norteamericana. Asimismo, de hacer uso de la novela de Oliveira, también investigó la biografía del personaje en otros libros y a través de entrevistas con personas cercanas a las dos amantes.
Además de los constantes altibajos que muestra la relación, Barreto también quiso trabajar en la situación que vivía Brasil durante los años cincuenta, una época llena de conflictos, protestas y problemas políticos en el país, que fueron el contexto histórico de este gran romance.