Actores: Natalia Oreiro, Daniel Hendler, Imanol Arias.
Género: Comedia
Duración: 102 minutos
País: Argentina
Año: XXII
Era el día más importante en la vida de Adrián y Eleonora. Su boda. El primer momento del resto de sus vidas. Todo era absolutamente perfecto. El vestido más precioso, un pastel imponente y unos invitados, ¿Encantadores? No todos…Sino que se lo pregunten al novio, seguro que la presencia de la expareja de su futura esposa en el enlace no le parece del todo adecuada… Si a eso le sumamos su momento de extrema torpeza al perder las carísimas alianzas, regalo de una familiar entusiasmada por la religión y las antigüedades, tenemos el coctel explosivo de toda comedia romántica al uso. Verdades que nunca debieron salir a la luz, planes descabellados y muchas, muchas risas.
Mi primera boda es la última producción del director argentino Ariel Winograd y llega a España con dos años de retraso. Este ha sabido crear un largometraje altamente aceptable para lo esperado teniendo en cuenta la trama vulgar y repetida de la que se parte. El argumento no puede ser más conocido, los enredos amorosos más típicos y el final más predecible, con todo y con eso, la nota media es notable, por qué? En primer lugar esta su nacionalidad. Al ser argentina, las conversaciones quedan bañadas por ese acento y expresiones latinoamericanas que en ocasiones resultan chistosas sin si quiera pretenderlo y siendo pocas las producciones de ese tipo que llegan a España, resulta chocante y gracioso para el espectador.
Otra razón de gran peso para señalar su posible éxito es el fichaje estrella del actor español Imanol Arias. Si toda la audiencia le reconoce por ser el Antonio Alcántara recto y preocupado de Cuéntame aquí demuestra su talento y versatilidad encaramando al típico galán entrado en años, al dandi astuto, sarcástico y directo. Sin duda el broche de oro en la historia, se puede afirmar sin miedo a error que sin él el filme perdería gran fuerza. Decir que el resto de actores se sienten en su salsa con sus respectivos personajes y eso se nota en escena. Están ligeramente sobreactuados, pero no por su mala calidad, sino por una decisión deliberada para acentuar el carácter disparatado de la trama. Como ocurre con los componentes de la exitosa serie La que se avecina, donde cada sujeto parece estar peor de la cabeza, aquí pasa igual. Todos son prototípicos y algo salidos de contexto, pero ahí reside su encanto.
El guion tampoco está nada mal. Ocurrente dentro de la normalidad. Sus diálogos aparentemente intrascendentes, guardan siempre algo de verdad. Se sacan de forma amistosa algunos temas tabú, como la virginidad de los sacerdotes cristianos frente a los protestantes o el pánico antes de contraer matrimonio y las comeduras de cabeza que esto trae a los contrayentes. “Fuimos a probarnos los zapatos y a Adrián le quedaban pequeños,
eso es una señal muy clara, él tiene miedo a dar el gran paso, no se quiere casar”. Son casi dos horas repletas de comentarios parecidos a este, la diversión está asegurada, aunque habrá quien no le encuentre aliciente alguno, hay público de todos los gustos.
Altamente recomendable para ir en pareja. La identificación con él o ella es muy posible y más seguro aún es que no se arrepentirán de haber sacado la entrada. Una comedia que cumple su objetivo con creces. Tan “boluda” como simpática e incluso realista. Merece la pena.