Veintiocho años hace que el genio Maradona conquistó al mundo con su cabalgadas en el césped de México. Veintiocho años durante los cuales el fútbol argentino ha pasado en silencio por la Copa del Mundo. Pero ese silencio ha terminado, aquel azul celeste teñido de romanticismo se ha despojado de su olor a pasado glorioso para volver a sentirse orgulloso de su presente, de esta generación argentina que puede emular al Dios Maradona. Tras los 90 minutos se desató la verbena en el fútbol argentino, ese fútbol cuyo encanto reside en su decadencia , su emoción incontrolada plagada de corazones desbocados. Con un Estadio Nacional de Brasilea teñido de gargantas argentinas, Brasil fue, durante 90 minutos, la mismísima “Bombonera” para empujar a la Argentina de Leo Messi a seguir los pasos de la ‘Celeste’ de Maradona. Solo necesitaron un gol, obra de Higuaín, para echar a una gris Bélgica del Mundial de Brasil.
Poco duró la igualada en el encuentro, pues se adelantó rauda argentina. No obstante el primer gol del encuentro no llegó en las botas de Messi, sino de Higuaín, el ‘9’, puro nervio y corazón, argentino de alma, francés de cuna. En el minuto 7 un rechace de a tiro de Di María llegaba a los dominios del Pipita, que colocaba el anzuelo y lanzaba el cuero a las redes de Bélgica. Solo 7 minutos y ya Argentina seguía los pasos de “El Pelusa”.
Mientras la Albiceleste estallaba de alegría Bélgica se encontraba perdida en el campo, abusando de balones largos buscando los centímetros de Fellany. La circulación de balón era lenta y plana, Hazard se encontraba desaparecido y De Bruyne recibía el cuero siempre demasiado lejos del área. Solo un disparo de este último desveló un poco la plácida tarde que estaba pasando Romero. Ante el desastre belga Argentina durmió el partido, a gusto con su ventaja. Mediada la primera parte Di María tuvo que dejar el campo lesionado, lo que quitó la electricidad al partido, dejando en evidencia la falta de juego que tiene el mediocampo ‘albiceleste’. A falta de 5 minutos para el descanso Bélgica tuvo la más clara, un cabezazo de Mirallas que lamió la cepa del poste.
El guión se mantuvo en la segunda parte, con una Bélgica que seguía mostrándose incapaz de robarle la iniciativa a la escuadra sudamericana. En el minuto 54 Higuaín, el mejor jugador del encuentro, se visitó de Messi y tras un precioso eslalon estrelló el cuero en el travesaño. El segundo de Argentina se olía ya en el aire, mientras el tiempo se iba acabando para los belgas. Wilmots reaccionó metiendo a Lukaku, Mertens y sustituyendo a su gran estrella: Hazard. La idea era clara: surtir de balones altos a Fellaini, Lukaku y a un Van Buyten reconvertido en delantero centro. La tuvo Bélgica en el 94’, pero apareció magistral Garay para cortar el pase de la muerte de Lukaku y finiquitar la clasificación Argentina.
El presente es argentino, a solo dos escalones de levantar la ansiada Copa del Mundo, a dos peldaños de elevar a divinidad a Leo Messi y emular al eterno Diego. Tantos años de fracasos quedan ocultos ante la ilusión de ver tan cerca el dorado final, porque hoy, Argentina, huele a presente más que nunca.