Tras el exuberante inicio de Mundial, con los grandes candidatos derrochando goles y buen juego, llegaba un partido de menor calado, pero misma emoción e intensidad. En un grupo en el que Argentina parece abocada a la primera posición, Nigeria, Irán y Bosnia se van a jugar, a priori, el segundo puesto. Puntuar parecía vital para el futuro de ambos equipos y eso consiguieron. El empate permite a ambos conjuntos seguir la estela de los argentinos y asegurarse no perder opciones para pelear por el pase a octavos.
Empezó Nigeria dominado el esférico. Pura potencia la del equipo africano, que llegaban a cada balón dividido unos metros antes que el combinado iraní. Su idea era clara: tres pases y finalizar jugada, aprovechando su fuerza física para romper las líneas enemigas. Los asiáticos intentaban contrarrestar el dominio nigeriano a base de jugadas a balón parado, minuciosamente preparadas por Carlos Queiroz, entrenador de Irán y viejo conocido de la parroquia madridista. Pese al dominio de Nigeria la más clara la tuvo Irán, con un potente disparo obra de Reza que obligó a Enyeama a hacer una gran parada. El delantero iraní fue el mejor jugador del conjunto persa, el único que busco con ahínco la portería africana. Tras los primeros 45 minutos dominaba Nigeria el encuentro, pero ninguno de los equipos lograba disparar entre los tres palos.
La segunda parte nos despejó las dudas, Nigeria es mucho mejor equipo que Irán. Los africanos son once jugadores que practican un fútbol exageradamente vertical, huyendo de posesiones largas y combinaciones comprometidas. Es la antítesis de fútbol practicado por España, pero un etilo que apoyado en su enorme potencia física los convierte en un equipo anárquico pero mortal si el rival deja metros detrás de la defensa. En una de las infernales cabalgadas de los nigerianos, Obi Mikel, el jugador del Chelsea y estrella de su selección, apunto estuvo de abrir por fin el marcador, pero su disparo se marchó alejado del marco iraní. Los de Queiroz, son justo lo contario, un equipo que antepone el orden táctico a la velocidad, y cuyo principal objetivo es no recibir un gol antes que marcar uno. Que Irán hayan recibido solo 7 goles en los 16 partidos de la fase clasificatoria para el Mundial no es una casualidad. Con un panorama en el que Nigeria dominaba el encuentro las ocasiones brillaban por su ausencia. El partido, no obstante, era intenso y dinámico, con los dos equipos empleándose a fondo, sabedores que pocas veces en su carrera habrá tantas cámaras apuntándolos, tantos ojos observándolos y tantos ojeadores escribiendo en sus libretas, quién sabe si para llamarles, finalizada la cita mundialista, para ofrecerles un jugoso contrato en Europa. En los últimos minutos del encuentro Nigeria dio un paso adelante y apunto estuvo Ameobi por dos veces de lograr el ansiado gol que rompiera la igualada. Y así finalizó el partido, el primero encuentro sin goles de este Mundial, pero que mostró dos formas de entender el juego, dos maneras de buscar los octavos: la vertiginosa velocidad de Nigeria, frente al orden táctico de Irán.