Opinión | La Semana que vivimos - Del 11 al 17 de diciembre de 2000 - Número 186 |
LA IMAGEN DE LA SEMANA
Schröder le ha abandonado y considera superado el eje franco-alemán; Francia sale debilitada de Niza, quizá por el empeño en el confesionario de Chirac por agarrarse a un pacto, el que fuera, en el último minuto; y los casos de corrupción destapados en distintos momentos de su gestión le han empujado a protagonizar un discurso que no ha convencido ni a la mitad de los franceses. Quizá en París también dicen aquello de "El que se pica..." La próxima reunión de política europea de Schröder será hacia el este, con Polonia, lo que ha motivado a Francia a proponer un encuentro con urgencia para transmitir una sensación de normalidad entre ambas potencias. Reunión, sin embargo, que podría suponer el enfriamiento definitivo entre las relaciones si Schröder continúa reorientando su política exterior y cambiando de socios. La sensación de victoria que invade a las delegaciones española y británica tras la Cumbre contrasta con el desaliento producido en Francia y en Alemania. La ruptura con Schröder y el fracaso de Niza, sin embargo, preocupan mucho menos que la oleada de escándalos que acechan a Chirac, quien tiene una causa abierta casi cada administración por las que ha pasado, desde sueldos ficticios en el Ayuntamiento de París hasta el sistema financiero de su partido, pasando por las comisiones por el mantenimiento de viviendas sociales en la capital francesa. Chirac compareció en la televisión el jueves pasado para explicarse, pero su actuación sólo sirvió para que Jospin, presidente del Gobierno, le contestara que "dejemos a los jueces resolver estos asuntos". Cuando no lo ha hecho tan mal como para recibir aguijonazos desde todos los frentes, cabe preguntarse si conviene seguir luchando o si sería menos doloroso, y más honrado, retirarse del cuadrilátero. Bueno, en el caso de los luchadores de sumo, del circo.
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