Opinión  La Semana que vivimos - Del 11 al 17 de diciembre de 2000 - Número 186  

EL REDCUADRO

Las vacas de Celia

Antonio Burgos.- Las vacas de Celia hace tiempo que se han escapado. Porque hay algo que me da mucho más miedo que las vacas locas: Celia Villalobos hablando de las vacas locas. A veces las cabras locas son más inquietantes que las vacas locas. Habla Celia de s vacas locas, de carnicerías garantizadas y exclamamos como taxista ante conductora imprudente:
- ¿Pero dónde te han dado el carné de ministra?
Va como loca. Paso por el asco de vomitona de cada telediario, que estás comiendo y te ponen naves de despiece, gandingas y pitracos sanguinolentos, cuartos fláccidos de vacuno colgando de los pinchos de la reolina. Paso por cuando sale la tía de la bata blanca en el laboratorio, cortando con el microtomo el cerebro de la vaca loca. Nada de esto me quita las ganas de comer ternera de Ávila, de lidiar un Villagodio en puntas, incluso de animar a Jaime de Marichalar a compartir conmigo por colleras un Robespierre en una cenita simpática, qué horizonte de Revolución Francesa cuando se negó, en su borboneo consorte:
- No, por favor, Robespierre, no. Y no es por las vacas locas: es por la guillotina...

Digo que nada me hace pasarme directamente a las alcachofas con jamón como Celia Villalobos. Llego a pensar que la ministra de Sanidad está patrocinada por Pescanova, por la patronal de la huerta murciana, por los ganaderos de porcino, por la Asociación de Vegetarianos "Reina Sofía". Habla Celia y no es que suba el pan: sube el pan y todo lo que no sea carne de ternera. Porque en este caso ni siquiera ha roto a hablar como los veterinarios. Cuando tuvo problemas gordos con las listas de espera en el Territorio Insalud rompió a hablar como los médicos, y a los infartos les decía "episodios cardiovasculares". Ahora se ha quedado en los episodios nacionales de su falta de seguridad. Por cada frase que pronuncia van directamente a la ruina por lo menos 300 carniceros y 25 mataderos industriales.

Los americanos ponen la compra del coche de segunda mano como prueba del 9 de la confianza en los políticos. A Jaime Mayor Oreja, un suponer, yo le compraba sin mirar hasta el avión viejo del Rey y encima me creía que era el reactor de Julio Iglesias. Mayor da una confianza infinita. Pero a Celia Villalobos es que no le compramos ni el patinete que han pedido los niños a los Reyes, porque seguro que los cojinetes no tienen garantía. Por mucha cartera ministerial que tenga, Celia no ha superado el nivel de tertuliana de Jesús Hermida o de Luis del Olmo cuando habla como responsable de Sanidad. Se ve que es lo menos ministra que se despacha en las carnerías garantizadas. Lo que no me explico es la enorme capacidad de Aznar en el desvestimientos de santos. Con lo bien que estaba esta señora de alcaldesa de Málaga...

[Ofrecido también en EL MUNDO]


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