Carmen Rosa Fernández.-El Gobierno dio el viernes de la semana pasada un nuevo paso en su política liberalizadora en materia cinematográfica, coincidiendo con sus principales socios europeos. El Ejecutivo de Aznar apuesta así por el libre mercado como prioridad en lo referente a política cultural.
El Consejo de Ministros ha aprobado el Proyecto de Ley de Fomento y Promoción de la Cinematografía y del Audiovisual. Con ello se ha reconocido definitivamente como ley lo relacionado con la industria cinematográfica. Las decisiones en cuanto a producción o distribución cinematográfica ya no se verán alteradas por capricho del director o del ministro de turno, aunque, como era de esperar, las medidas no satisfacen a todos.
Tanto el Ministerio de Educación y Cultura como la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España (FAPAE) coinciden al subrayar la fase de consolidación que está atravesando el cine español. Las cifras, lamentablemente, no les dan la razón, ya que la cuota de mercado del cine español ha caído este año en un 10,5 por ciento de media, frente al 42 por ciento de Francia y el 30 por ciento de Dinamarca. Esta circunstancia puede deberse, no obstante, a los escasos estrenos este año de directores importantes como Almodóvar, Amenábar y Trueba y se espera que las cifras vuelvan a subir en el 2001.
Uno de los puntos principales de la nueva ley es el de las ayudas automáticas, según las cuales todas las películas tienen derecho a una ayuda del 15 por ciento sobre su recaudación siempre que la cinta supere los 50 millones en taquilla. Las ayudas, cuyo límite no ascenderá del 50 por ciento del presupuesto total, a proyectos de nuevos realizadores, de tipo experimental o que ayuden a renovar el cine español, es otra de las medidas aprobadas.
El punto de mayor controversia es el referido a la supresión, en un plazo de cinco años, de las cuotas de pantalla, que obligan al exhibidor a proyectar en su sala una película comunitaria por cada tres de terceros países. Lo que para el Ministerio de Cultura es una forma de suprimir ese anacronismo, para otros aumenta aún más la desigualdad de oportunidades entre el cine norteamericano y el español.
[17-12-2000]