Javier Bragado.- La encefalopatía espongiforme o mal de las vacas locas tiene su origen en un prión, una variedad defectuosa de una proteína que se encuentra en el organismo de mamíferos y aves y que es normalmente inofensiva.
La enfermedad se produce cuando la infección hace que las proteínas del cerebro alteren su forma original y su comportamiento. Finalmente, los priones que tienen esta forma defectuosa se trasladan al ser humano en forma de proteínas normales.
A partir del momento de la infección, las personas desarrollan esta variante de la enfermedad de Creutfeldt-Jacob que finaliza con su muerte a los trece meses. Los síntomas iniciales son cambios de conducta, problemas de insomnio o de memoria, sensaciones físicas extrañas, depresiones y confusiones. El proceso de esta enfermedad degenerativa prosigue con dificultades para coordinar movimientos, debilitación de los músculos y problemas para hablar. Durante la última fase de la enfermedad, el paciente se muestra sobresaltado y rígido para después perder todas sus funciones mentales y físicas, entrar en coma y fallecer -habitualmente a causa de una infección favorecida por su estado de inconsciencia-.
Los científicos están investigando de qué manera enferma el ganado ya que, según la secretaria de Estado para la Salud francesa, Dominique Gillot "el prión es un agente infeccioso temible del que no conocemos todos los modos de transmisión, y contra el que no disponemos de tratamiento". Por el momento, los especialistas creen que probablemente la enfermedad se transmita a través de la ingestión de carne de animales alimentados con harinas de origen animal portadoras del prión. Desde el ministerio alemán también se ha lanzado la hipótesis de que la encefalopatía espongiforme podría extenderse por los pastos, de tal manera que habría que poner en cuarentena los terrenos afectados como medida preventiva.
[3-12-2000]