Foto publicada en ABC

El libro tiene el nombre del cuento del Andersen y el alma de una madre de posguerra: La Reina de las nieves. Lo leí el diciembre pasado y desde entonces tuve ganas de entrevistar a esa mujer marcada por la guerra, la separación de su amor y la muerte de su hija y, al tiempo, marcada por una melancolía optimista que sólo en ella he conocido.
"Cuando el viaje emprendas hacia Ítaca
haz votos porque sea larga la jornada.
Llegar allí es tu vocación.
No debes, sin embargo, forzar la travesía."

Son versos de Cavafis que una vez me recitó mi novia, aunque no estuve seguro de haberlos entendido. Son versos que golpean la mente de Leonardo, protagonista del alma-novela, aunque Leo sólo pudo entenderlos a 20 páginas del final del libro. ¿Son los versos que comprendió la autora, hace poco más de un mes, cuando el cáncer recién descubierto le anunció la proximidad de su muerte?

"... mi carácter, más estimulado por la entrega al presente y por las tareas, gozosas o problemáticas, que ese presente me vaya planteando, que por el morbo de hurgar en asuntos ya zanjados y concluidos, para bien o para mal" decía de sí misma en Agua pasada. "Forzar la travesía" no parecía, pues, como descubre Leonardo, acelerar el paso, sino "volver a rumiar los altibajos de ese cisma interior". Ella no quiso hacerlo en vida y no quiso hacerlo en su último mes de muerte, ingresada en un hospital. Félix Madero en CNN+ daba el tiempo del domingo y la predicción le salió cómplice: Nubosidad variable en la península. El cielo quiso reverenciar a la escritora.