Valentín Arranz.- Con un Chile que trata de cerrar sus heridas abiertas el 11 de septiembre de 1973, día en el que Pinochet dio el golpe de estado, parece probable que los jueces no van a admitir la petición de un examen médico para el ex dictador.

Dentro de dos semanas se conocerá el veredicto que definitivamente puede sentar en el banquillo o dejar libre de cargos a Augusto Pinochet. Las voces de los detractores y seguidores de Pinochet frente a la Corte Suprema chilena son el telón de fondo de un caso que empieza a ver la luz al final del túnel. La decisión de los 20 jueces del máximo órgano jurídico de Chile de aplazar hasta el martes la respuesta al recurso de la defensa de Pinochet de no celebrar el juicio por motivos de salud, parece acercar el banquillo al ex dictador.
Los mismos magistrados ya han dictado sentencias condenatorias contra acusados enfermos. Si se niega el reconocimiento médico, Pinochet deberá responder acerca de su responsabilidad en la llamada "Caravana de la muerte", en la que murieron opositores a su régimen. En total se le imputan, como autor e inductor, 19 casos de desaparición y 53 homicidios.
La defensa del ex dictador, encabezada por el abogado Ricardo Rivadeneira, asegura que "no hay antecedente alguno del proceso que permita afirmar que el general Pinochet haya ordenado secuestrar o matar a ciertas personas". La respuesta de los abogados querellantes se ha centrado en la salud de Pinochet, y han sugerido que si el ex dictador no está en condiciones de someterse a un juicio, tampoco lo está de ser senador vitalicio.
En un plazo máximo de dos semanas se conocerá si Pinochet pierde su inmunidad. Mientras, el clima político de Chile parece haber asimilado la necesidad de pasar página y culminar la transición política. También la derecha chilena se está desmarcando de las posiciones afines al ex general.
[20-7-2000]