Cultura | La Semana que vivimos - Del 15 al 21 de mayo de 2000 - Número 159 |
Ángeles Pariente.- "Era un caballero, un hombre discreto que prefirió anteponer el éxito de sus autores al suyo propio". Es así como lo definen aquellos que lo conocían, y es que Mario Lacruz tenía las dos virtudes necesarias para ser un buen editor: "era un buen lector, que se complementaba por el hecho de ser un buen escritor, y era un buen conocedor de la sociedad en que trabajaba y vivía.
Además tenía unas cualidades poco comunes y especialmente valiosas en un mundo propenso al alardeo", comentaba de él Enrique Murillo, asesor de Planeta. "Perdemos su mirada franca, limpia, inteligente, discreta. Nos quedan sus palabras." Mil días en la montaña era el primer título que había pensado Mario Lacruz para su última novela, pero luego se decidió por otro, aunque no estaba animado del todo: Sinfonía inacabada. ¿Premonitorio?. La obra trata de la guerra civil a través de los ojos de un niño. Según su hijo Max: "lo mejor de esta novela es el equilibrio que logra entre el lenguaje de un niño y la visión de un adulto". Aunque éste no era el único proyecto editorial del que Lacruz era protagonista. La editorial Debate preparaba el lanzamiento de la reedición de todas sus obras, apenas cuatro pero de gran importancia. |