Nacional | La Semana que vivimos - Del 1 al 7 de mayo de 2000 - Número 157 |
Los papeles de Gara expresan, por su contenido y por el hecho de su publicación, la descomposición del frente nacionalista. Ponen al descubierto las maniobras y falsedades de los dirigentes del nacionalismo institucional. Un cúmulo de mentiras. EA es partidaria de la confrontación política «más fuerte posible». La recomposición del frente nacionalista sólo puede tener continuidad con la renuncia de ETA al terrorismo. No haría falta publicar las bases del acuerdo. Están cantadas. Se hace necesario un cambio en la dirección política del País Vasco. Algo perfectamente normal en democracia. Pero la cosa levanta las iras de los instalados en el poder. Personas de distinto signo político sostienen que el PNV es imprescindible. Temen que la formación "jeltzale" extremaría su radicalización en caso de ser desplazada del poder. Al PNV le atan muchos intereses. Lo suyo es buscar la forma de hacer el viaje con ETA en coche cama. No el echarse al monte con todas las consecuencias. Le aterra perder el poder. Quienes sostienen la tesis de su imprescindibilidad, como fuerza gobernante, hablan en clave de pasado, de una fase política, ya superada, en la cual era contemplado como el valladar contra el ultranacionalismo y se le consentía, en términos políticos, todos sus desvaríos. Han cambiado las cosas. El nacionalismo defrauda, aquende y allende del Ebro. Arzalluz arrastra a mucha gente al cobijo de la Constitución. Se anhela el cambio. Los que creyeron que el grado de amedrentamiento era el suficiente para imponer sus proyectos se han equivocado. Han estimulado la rebeldía. El constitucionalismo es una fuerza real en las urnas, en la cultura y en la calle. El PNV es necesario en la oposición, un magnífico lugar para colaborar y demostrar responsabilidad patriótica. [publicado en EL MUNDO el día 2 de mayo]
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