Opinión | La Semana que vivimos - Del 17 al 23 de abril de 2000 - Número 155 |
LA IMAGEN DE LA SEMANA
El PNV es un partido tradicionalmente católico. Aún no sé si por burda imitación del Sin Fein irlandés o por la convicción de su fundador. Si fuera lo segundo, el lehendakari, líder del pueblo vasco, debería haber reflexionado sobre Jesús de Nazaret en fechas tan señaladas. Debería haber mirado, si no a Dios hecho carne, a un personaje fundamental en la Historia de Occidente. Cristo sabía que iba a morir en la cruz, que debía afrontar la muerte más dolorosa y miserable para salvar a su pueblo. Sabía todo eso... y se encontraba solo. En el momento más difícil pidió ayuda sus discípulos... pero éstos se quedaron dormidos. Aquellos a quienes más quería dormían ajenos su agonía. Uno de ellos le entregó y otro, Pedro, le negó tres veces aquella noche, cercana a la pascua judía. Su mensaje de salvación no era aún entendido por nadie.Ibarretxe está ya solo y casi muerto. Su pueblo y sus aliados le han dejado. Su gobierno, ha quedado políticamente al borde de la muerte en el intento por salvar a su pueblo. Ha pedido ayuda a sus socios, que miran hacia otro lado. Aquel a quien quiso reconducir le ha dejado en minoría en estos días cercanos al Aberri Eguna. Su mensaje de salvación para el pueblo vasco no es entendido por nadie. Ambos querían a su pueblo, estaban solos, eran incomprendidos y tenían a la muerte cerca, como única aunque dudosa solución. Cristo dudó y pidió a Dios que le apartara el cáliz de la muerte, pero asumió su responsabilidad. Sólo porque murió pudo resucitar. Sólo así su mensaje fue entendido por sus discípulos y por su pueblo. ¿Afrontará Ibarretxe el cáliz de su muerte política? Si no hay sacrificio difícilmente habrá resurrección. ¿Ha visto esto Ibarretxe en los ojos de su Dios?
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