En una ocasión, alguien distinguió al soldado del terrorista exponiendo que, mientras el primero simplemente cumple con su deber tras acabar con la vida de un enemigo, para el segundo esa misma acción no tiene ninguna validez si no es publicitada. La difusión de sus acciones es el principal arma de los terroristas a la hora de atemorizar, aleccionar, ejemplarizar... Por ello, en esta nueva batalla global a la que se enfrentan nuestras sociedades democráticas, los medios de comunicación juegan un papel clave. Margaret Thatcher, La dama de hierro, era partidaria de que en los medios británicos no se informase absolutamente nada sobre las acciones del IRA. Se equivocaba. La ausencia premeditada de información sobre terrorismo tiene consecuencias contraproducentes. Suele dar lugar a un boca a boca perverso que, lejos de ocultar el problema, lo engrandece en forma de mito o leyenda a la que temer mediante imágenes formadas en nuestras temerosas cabezas. Pero tan malo es el apagón informativo como el extremo opuesto.
En España, tras el precedente del 'Alakrana', los medios de comunicación tienen -tenemos- una nueva oportunidad de ponerse a prueba con el secuestro de tres cooperantes catalanes a manos de Al Qaeda. Ya con la crisis del pesquero vasco se pudo comprobar que los captores no eran ajenos a lo que se publicaba en España y que se sirvieron de la presión mediática para subir el nivel de sus exigencias. Ahora con Al Qaeda - sólo decirlo ya asusta- los medios tenemos la responsabilidad de ser testigos y contar lo que pasa, pero no de cometer errores por ir demasiado rápido. Algunos medios incluso ya recuerdan a los malos varios listados sobre los presos islamistas recluidos en España. Eso sin que la red internacional dirigida por Ben Laden haya dicho aun nada más allá de su tradicional lenguaje antioccidental. Una cosa es adelantarse a la noticia y otra es crearla especulando o dando palos de ciego en un asunto tan sensible. Con el tiempo, esta responsabilidad a la hora de informar sí se ha alcanzado en el caso de ETA, pero ahora hay que ampliarla a otras amenazas nuevas ante las que quizá no estemos tan curtidos.
Vale que la posición del Gobierno socialista ante estos asuntos no debe ser siempre la de ceder a las presiones de los terroristas, piratas, dictaduras... pero bien es cierto que no se pueden comparar en ningún caso las aguas del Índico con los desiertos de África. No tienen ninguna relación y decir que Al Qaeda fue a Mauritania expresamente a por ciudadanos españoles es cuanto menos injusto. Al menos de momento. En definitiva, estas líneas no pretenden sentar cátedra, tan sólo proponer una reflexión autocrítica. Los mismos terroristas que han secuestrado a los tres cooperantes españoles, también tienen a un ciudadanos francés. ¿Tratan de igual modo el asunto nuestros vecinos del norte que nosotros?. Ahí queda la reflexión.