Nacional | La Semana que vivimos - Del 31 de julio al 27 de agosto de 2000 - Número 170 |
pero la Justicia no pudo hacer nada Amalia Casado.- Tras la muerte de los cuatro etarras al estallar el coche cargado de explosivos en el que viajaban, el portavoz de Euskal Herritarrok (EH), Arnaldo Otegi, y otros dos miembros de EH, Idígoras y Etxebarría, ensalzaron a los etarras fallecidos y justificaron la violencia callejera, cuando después de cada asesinato que comete ETA no condenan, como el resto de partidos democráticos, sino que tan sólo "lamentan" las muertes de los inocentes.
Sus declaraciones continúan impunes a pesar de las querellas presentadas por la Fiscalía del País Vasco. El problema reside, entre otros motivos, en una cuestión judicial. El vigente Código Penal considera que es un delito la apología o "exposición de ideas o doctrinas que ensalcen el crimen o enaltezcan a su autor" cuando dicha exposición constituye una "incitación directa a cometer un delito". Los redactores del Código especificaron tanto este delito para mantener clara la línea que separa la libertad de expresión y opinión de las amenazas directas.
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